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31/5/13

Racotumomab



Tengo a medio escribir una entrada para este blog, producto de la necesidad de volcar la indignación que me produce cierta fauna periodística y política.

Sin embargo, y a cambio, abro una breve entrada sobre el racotumomab. Que no es el título de un cuento ni tampoco el nombre de algún raro árbol hallado en países exóticos.

Es el producto de dieciocho años de trabajo, llevados a cabo en forma conjunta entre Cuba y Argentina y desarrollado en institutos de investigación públicos en conjunción con empresas privadas.

Dieciocho largos años que han conducido a un fármaco que activa el sistema inmunológico contra células cancerosas no pequeñas de pulmón.

En lenguaje llano: permite aumentar el tiempo y calidad de vida de enfermos de cáncer de pulmón de cierto tipo (que es el más común). No es una cura de la enfermedad, ni tampoco una vacuna que permita prevenir su aparición, pero sí triplica las expectativas de vida y mejora la calidad de vida, dado que su acción es específica: "dispara" los mecanismos naturales de defensa orientándolos específicamente contra estas células tumorales.

Finalizadas las fases de ensayo clínico y obtenida la certificación correspondiente, en pocos días ya estará siendo comercializada en Argentina. Tras Argentina y Cuba, supongo que otros países evaluarán, de acuerdo a sus protocolos de certificación, la posibilidad de utilizarla.

Lejos de las ideas románticas sobre los avances científicos o tecnológicos realizados en solitario, por algún genio particular en un laboratorio en el fondo de su casa, o los novelescos descubrimientos que se realizan en laboratorios de campaña por personas que lo saben todo (o sea, no saben nada) combatiendo, en la resistencia oculta,  a la invasión extraterrestre o zombie, aquí aparece la realidad tal cual es: muchos años de trabajo, fracasos y éxitos, de planificación y estrategias de colaboración entre investigadores y otros profesionales.

Y antes, antes que todo eso, se necesitan políticas de apoyo a la ciencia y tecnología, en forma de subsidios, becas, inversión edilicia y equipamiento. Antes, antes que todo eso, se necesitan años y más años formando gente, creando lentamente grupos de investigación y desarrollo, afianzándolos, en una tarea silenciosa de la que poco sale a la luz, porque no es noticia la batalla diaria durante los años que se requiere para obtener un doctorado, ni es noticia las dificultades para publicar papers cuando no se está en "el centro del mundo", ni menos la pelea cotidiana contra la burocracia o la búsqueda constante de fuentes de financiamiento.

Conozco desde "adentro" a un par de las instituciones que intervinieron en este proyecto; sé del largo camino de la Universidad Nacional de Quilmes en pos de conseguir cada vez un mejor nivel académico, científico y tecnológico; conozco la ímproba tarea que se desarrolla todos los días, sin pasar uno solo, en el Hospital Roffo, de la Universidad de Buenos Aires, que es Hospital de derivación oncológica de todo el país.

Conozco cómo ha crecido la inversión del estado argentino en ciencia y tecnología en estos últimos años, tanto en recursos humanos como en infraestructura.

Me alegra doblemente, entonces, saber que el racotumomab ha llegado a buen puerto.

Más información, aquí.

17/5/13

La puerta



Despertó temprano. Una tibia luz ingresaba a través del ventanuco superior. Suave, apenas un trazo luminoso. Del otro lado de la puerta venía un murmullo constante. Creciente. Asombrado, apartó las mantas y, con lentitud de huesos viejos, se bajó de la cama y caminó hacia la puerta. Raro: la puerta de la celda estaba entornada. Se refregó los ojos, creyendo que lo traicionaban. Pero no era así. El murmullo se colaba por la rendija apenas entreabierta. Por un segundo se sintió de nuevo joven, el uniforme impoluto, las carnes firmes, y empujó la puerta con decisión. Entonces los vio. Cubrían un pasillo que ya no parecía existir de tan ancho y largo y alto que era. Apiñados hasta donde la vista pudiera alcanzar: eran cientos y más cientos. Miles. Murmuraban y el murmullo ensordecía. Tendían las manos pálidas hacia él, y él quiso retroceder, volver a su celda, cerrar la puerta, ahora que por fin comprendía por qué esa puerta estaba entreabierta, ahora que por fin miraba cara a cara a los muertos que había matado, y eran miles, venidos de todas las tumbas, de todos los ríos y todos los pozos para estar allí, justo allí, justo en ese momento. ¡Habían esperado tanto tiempo por él!

El director del Servicio Penitenciario Federal confirmó que Jorge Rafael Videla falleció por la mañana, de muerte natural, en el módulo 4 del Complejo Penitenciario Federal 2 de la ciudad de Marcos Paz, constatándose su óbito a las 08.25 hs del día viernes 17 de mayo de 2013.